En los meses de invierno, y en zonas húmedas también durante el otoño y la primavera, las viviendas sufren por la incidencia del frío y la humedad externos. Un buen sistema de calefacción puede subsanar las deficiencias, pero si el edificio no está convenientemente aislado en lo que respecta a fugas de calor, es muy probable que gran parte de nuestro gasto energético se escape al exterior de la casa. Esto supone un problema para nuestro bolsillo, pero también una agresión al medio ambiente... Por esta razón, un buen aislamiento es probablemente la mejor inversión que podamos hacer en nuestra casa.
A la hora de comprar una vivienda, muchas personas preguntan todo tipo de detalles pero se les olvida investigar sobre el nivel de aislamiento térmico de la edificación (en este dossier podréis encontrar información completa sobre el aislamiento acústico). Después se encontrarán con muchos problemas: corrientes de aire, frío en invierno y calor en verano, humedades, gastos desorbitados en calefacción y aire acondicionado... Por eso, siempre hay que tener en cuenta lo siguiente:
¿CUÁNDO HAY QUE AISLAR TÉRMICAMENTE UNA CASA?
Cuando comprobamos que no resulta confortable y pasamos excesivo frío y/o calor.
Cuando el gasto en calefacción y/o aire acondicionado es desorbitado.
Cuando detectamos la presencia de humedad: manchas, moho, pintura que se desprende, malos olores, cristales empañados, gotas...
Cuando percibimos corrientes de aire, a pesar de tener puertas y ventanas cerradas.
MEDIDAS A TOMAR
MATERIALES AISLANTES
Lanas minerales: las más conocidas, pueden ser de vidrio o de roca. Son una especie de mantas gruesas de material flexible, de color amarillento, que proceden de la fundición de rocas o vidrio a altísimas temperaturas. Se colocan en los trasdosados y los falsos techos.
Poliestireno en planchas: mal llamado “corcho blanco”, puede ser extruido o expandido. Para estancias frías o húmedas, se colocan sobre todo en falsos techos y soleras secas.
Materiales ecológicos: los hay de muchos tipos: tableros de madera o de virutas orientadas (OSB), borra de celulosa que se insufla en los huecos y se obtiene de periódicos reciclados y paneles para techos a base de virutas de madera y cemento. Son soluciones respetuosas con el medio ambiente y además, no son tóxicos. También aportan aislamiento acústico, y sirven para paredes, suelos y techos.
Espumas de poliuretano: son espumas líquidas que se expanden en contacto con el aire. Se presentan en aerosol, pero también podemos pedir a una empresa que la proyecte en grandes espacios. Solucionan en gran medida los problemas de humedad por condensación y las filtraciones. Se suelen inyectar alrededor de las ventanas o para cerrar huecos que dejen pasar el aire o la humedad; la espuma proyectada también se utiliza en falsos techos.
Paneles de yeso con aislante incorporado: son paneles de yeso laminado para trasdosar paredes o para falsos techos, que llevan en una de sus caras una plancha de material aislante (por lo general suele ser poliestireno expandido, pero también las hay con lana mineral). A veces incorporan también una barrera de vapor, que es una lámina de material metálico flexible que evita el acceso del vapor de agua del exterior, previniendo las humedades.
PRECIOS
La lana mineral puede comprarse desde unos 12 €/m2, dependiendo del tipo y del espesor. El poliestireno cuesta desde unos 9 € la plancha de 30 mm de grosor, y los techos de virutas y cemento, entre 40 y 75 €/m2 ya instalados.
Aislantes ecológicos: tableros OSB, desde unos 4 €/m2. Tableros fenólicos de madera: desde 9 €/m2. Aislante celulósico de borra de papel: 1,60 €/kg. Su rendimiento es de 40 kg/m2 en tejados, y 45 kg/m2 en trasdosados de paredes.
Aislar térmicamente una habitación nos puede costar unos 60 €/m2, incluyendo paredes y techos. Existen posibilidades desde sólo 20 €/m2, dependiendo de la calidad de los materiales.
Imágenes: Interior Design, Supwinco, Golden Insulation, Al Tech Energy,
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Publicado el: 12-01-2011